dijous, 16 de febrer del 2012

El disseny bàsic d’una ciutat romana

Model en que s'inspira el traçat i àrees principals d'una ciutat:
Els romans s'inspiren en el model hipodàmic. 
Un pla hipodàmic o traçat hipodàmic, és el tipus de planejament urbanístic que organitza una ciutat mitjançant el disseny dels seus carrers en angle recte, creant pomes (quadres) rectangulars.
S'utilitza un plànol urbà anomenat plànol ortogonal, equirrectangular o en quadrícula. Les ciutats que presenten aquest tipus de planejament urbà tenen una morfologia urbana perfectament distingible en el seu traçat viari. Les parts principals d'una ciutat de l'imperi romà son:


- Les ínsules: és el que vindria a ser una illa de cases avui en dia.
- Les villes: cases grans.
- Les basíliques: jutjats.
- Les termes: banys termals on els romans anaven a relaxar-se i a parlar de la vida diària.
- El teatre.
- L'anfiteatre.
- El circ.
- El fòrum municipal


Cerimònia ritual de fundació d'una ciutat de nova planta
Els romans van prendre el ritual de la inauguratio o fundació d'una ciutat dels etruscs, i consistia bàsicament en el següent:
En primer lloc, un àugur consultava els presagis i confirmava si el lloc resultava propici per als déus.
En cas favorable, es procedia la inauguratio: es marcava el perímetre de la ciutat, en el lloc triat, amb una arada tirada per dos bous.
Després s'efectuava la delimitació: s'establien tres zones (sagrada, pública i residencial).
Més tard un sacerdot oficiava la consagració: un sacrifici en honor de la Tríade capitolina (formada pels déus Júpiter, Juno i Minerva).
Finalment es duia a terme la centuriació, o divisió del territori en centúries o parcel·les quadrades, i es feia el repartiment entre els colons.



Les clavegueres i les muralles
Els romans van comprendre des del principi del seu auge com a civilització que una ciutat havia de tenir un sistema eficient d'eliminació de desferres per poder créixer. Per a això van construir en la totes les ciutats de certa importància els coneguts sistemes de clavegueram que encara avui segueixen complint la seva funció original. A Mèrida, per exemple, el clavegueram romà s'ha usat fins a fa pocs anys, i el seu traçat serveix encara com a referència per conèixer com era l'antiga ciutat romana. En altres ciutats com León es conserven vestigis d'aquestes infraestructures, i en Itàlica serveixen com a exemple al visitant en els dies plujosos de la perfecció del sistema de drenatge dels carrers per evitar la seva embassada.




Una muralla o murada és un tipus de construcció defensiva a l'entorn d'una població o d'un campament militar, generalment feta de pedra, alta i gruixuda. Complien funcions defensives principalment, i a cada cantonada normalment s'hi trobaven torres de vigilància on s'hi apostaven els soldats, a punt per avisar si venien enemics i disparar. A dalt també s'hi apostaven catapultes, canons i olles amb oli bullent per tirar als enemics








Manera habitual de subministrar l'aigua
La manera habitual de subministrament d'aigua eren els aqüeductes. Exemples en són el de Segovia, el Pont del Diable, el de Tarragona... Era un conducte artificial que permetia transportar l'aigua en gran quantitat des de la seva font fins a la ciutat a través de recs de superfície, galeries subterrànies, i ponts d'arcs aeris.

dilluns, 13 de febrer del 2012

EL TEATRO GRIEGO

El teatro griego

Definición
Formalmente el teatro viene a ser una síntesis de los otros dos géneros, épica y lírica. Del primero tomo principalmente los temas, las historias y los personajes, y del segundo, la música, algo de la danza para los coros y la variedad métrica.
Podríamos decir que nació de la lirica y creció y llego a la perfección gracias a un nuevo tratamiento de los temas épicos.
Su nombre griego, θεατρον, deriva del verbo θεαομαι que significa mirar detenidamente, observar. Era, pues, un espectáculo que ponía ante los ojos del espectador una historia dramatizada, es decir, contada mediante la accion de personajes, no narrada. La representación, o imitación, es el rasgo mas esencial del teatro: unas personas reproducen ante nuestros ojos la
vida de otras a las que están suplantando, o sea interpretando.
El teatro griego se presenta bajo tres modalidades: la tragedia, la comedia y el drama satírico, de los cuales sin duda la mas importante es la tragedia.
El gran paso de convertir antiguas formas de representación de tipo carnavalesco en una manifestación literaria de altura se atribuye a Tespis, que habría compuesto la primera tragedia propiamente dicha, con un solo actor y un coro, hacia 534 a.C.

Las representaciones
Las obras de teatro (la tragedia y el drama satírico, además de la comedia, que veremos en la unidad siguiente) se representaban en Atenas como un acto litúrgico, culminación de las grandes fiestas en honor de Dioniso. Estas fiestas eran: las Leneas, las Dionisias rurales y las Grandes Dionisias (o Dionisias urbanas).
Las Grandes Dionisias se celebraban en Atenas el mes de Elafobolion (marzo-abril). Comenzaba la fiesta el decimo dia del mes con una espectacular procesión religiosa en la que se portaban falos en honor del dios y terminaba con los sacrificios y libaciones que los diez estrategos ofrecían en el recinto del templo de Dioniso. Para participar en las fiestas dionisiacas era necesario que los poetas presentaran sus obras a concurso convocado por el arconte-eponimo, es decir, el magistrado al que correspondía la máxima autoridad durante el ano, para que se procediera a una selección previa (podían participar incluso poetas extranjeros). Solo tres autores de tragedia y cinco autores de comedia (tras la guerra del Peloponeso, se redujeron también a tres) eran seleccionados. Las obras seleccionadas se representaban una sola vez. Cada poeta trágico tenia que presentar normalmente tres tragedias y un drama satírico. En ocasiones el poeta presentaba sus obras en forma de trilogia (tres tragedias con el mismo tema). El poeta cómico solo presentaba una obra.
Los gastos de la representación los costeaban los llamados coregos (χορηγοí). Eran ciudadanos muy ricos, designados también por el arconte, a los que se imponia un impuesto especial (λειτουργία). La adjudicación de las coregias se hacia por sorteo. Los gastos de puesta en escena eran considerables,de ahi que tuviera mucha importancia para el poeta que el corego fuera generoso en el gasto.
Entre las misiones del corego estaban: la selección de cantores profesionales que componian el coro y la de los actores (hasta el 449 a. C. no se organizaron concursos de actores), el pago del vestuario,los ensayos y el local para ensayar. A partir del 405 la coregia se encargo a dos coregos debido al empobrecimiento de la ciudad por la guerra del Peloponeso, hasta que Demetrio Falereo suprimió la coregia e hizo que fuera el Εstado el que se encargara directamente de los gastos.
El director del coro (διδασκαλος) solia ser el propio poeta, que a veces participaba tambien como actor (podia haber un subdirector, Hποδιδ
ασκαλος). Las mujeres no formaban parte del grupo de los actores, aunque si podian asistir al teatro.
Se daban tres premios: a los coregos, a los poetas y a los actores. Recibían una suma de dinero y una corona de hiedra y eran inscritos, al igual que los títulos de las obras premiadas, en las listas (διδασκαλíα) conservadas en archivos del Εstado. El premio fue otorgado al principio por los propios espectadores, pero mas tarde la bule (asamblea) y los coregos confeccionaban una lista con los jueces que debian juzgar las obras.

La puesta en escena
Toda puesta en escena de una obra de teatro necesita de un medio fisico donde llevarla a cabo adecuadamente y unos elementos especificamente teatrales.
En Atenas Pisistrato construyo al lado de la capilla de la Acropolis una orquestra (ορχηστρα), es decir, un lugar para que el coro pudiera danzar (°ρχ_ομαι), en el que tambien se alzaba el altar del dios (θυμ_λη). En torno a la orquestra se disponia el publico para mirar (ορχεομαι); mas tarde, aprovechando la ladera de la Acropolis, se pusieron unas gradas portatiles de madera (§κρια) para mayor comodidad y desde alli se contemplaba el espectaculo (θεαομαι). Despues las gradas se hicieron de piedra y detrás de la orquestra, para que los actores pudieran cambiarse, se dispuso una especie de barracon de madera (σκηνη), que luego se construiria con materiales mas nobles y una decoracion mas lujosa. Delante de la escena estaba el proscenio (προσκηνιον), donde se colocaban los decorados (καταβληματα).
Los elementos teatrales necesarios son los siguientes: los actores (Hποκριταi), los coreutas (χορευταí) o miembros del coro, los musicos (flautistas, αKλητα_ y citaristas, κιθαριστα_), las mascaras de los actores (πρασωμον) y el decorado (
καταβληματα).
Los actores, que tenian que tener buena voz, buena pronunciacion y ser buenos cantantes, además de la mascara y el traje (χιτων, ιματιον), vestian un calzado alto llamado coturno (κοθορνος).
En los primeros dramas (todos ellos perdidos), la representacion estaba a cargo de un solo actor
(πρωταγωνιστης) y del coro. Esquilo introdujo un segundo actor (δευτερ
αγωνιστης) para enfrentarlo dialógicamente al protagonista. Sofocles anadio aun otro mas; este numero de tres actores nunca crecio, si bien a veces intervenian en la representacion ninos y personajes mudos.

QUÉ ES Y QUÉ PONE


TRANSCRIPCIÓN MAYÚSCULA


L PEDANIO EVPHRONI VIR AVG PRIMVUS ET AGATHOPVS LIB L PEDANIVS CLEMENS INMEMORIAM PEDAN EUPHPONIS CVIVC BASIS LAPIDEA AERE CLVSA CORRVPTA STATVAM EIVS MARMOREAE SUPERPOSIVIT PERMITTENE ORDINE BARCINOCESIVM


Transcripción minúscula



L Pedanio Evphroni vir avg primvus et Agathopvs Lib l Pedanivs clemens inmemoriam Pedan Euphponis cvivc basis lapidea aere clvsa corrvpta statvam eivs marmoreae superposivit permittene ordine barcinocesivm

TRADUCCIÓN

A Lucio Pedanio Clemente, en memoria de Lucio Pedanio Euphron con el permiso del magistrado de Barcelona, puso su estatua sobre una base de mármol, por haberse gastado con el tiempo la piedra, aunque ceñida de metal


dilluns, 6 de febrer del 2012

Circo y fieras en la Roma antigua. Pantomimas y naumaquías.

Uno de los espectáculos más populares fue en el Imperio Romano el acoso de fieras,
celebradas generalmente en los anfiteatros. En origen estos espectáculos, como los
juegos olímpicos, némeos, píticos e ísmicos y las representaciones teatrales en Grecia, o
los combates de gladiadores y carreras de carros en Roma, eran rituales religiosos en
honor de los dioses o de los difuntos importantes; con el tiempo, estos rituales se degradaron
y se convirtieron en juegos o en deportes. Todavía, a finales del Mundo Antiguo,
en las representaciones de carreras de caballos o de luchas de fieras no es raro que una
imagen de Cibeles presida los juegos. El más antiguo espectáculo de lucha de fieras de
que hay noticia en Roma data del año 186 a. C. y tuvo lugar unos 80 años antes de que
se introdujeran los combates de gladiadores. La afición por este espectáculo sangriento
pervivió por lo menos hasta el s. VI. En el año 469 los emperadores León y Artemio
prohibieron que se celebrasen en domingo. En el año 536 el emperador bizantino Justiniano
decretó que los cónsules debían ofrecer al pueblo acosos de fieras. Este espectáculo
era variado en su composición; unas veces se exhibían sólo fieras, otras luchaban
éstas entre sí, y frecuentemente con hombres; se simulaban también en el anfiteatro auténticas
cacerías de animales salvajes. Los que luchaban con las fieras se llamaban bestiarios;
unas veces eran contratados, otras se obligaba a combatir a criminales o a prisioneros
de guerra. Autores de los s. II y III, como los escritores cristianos Tertuliano y
San Cipriano y el jurista Ulpiano, nos informan de que también se ofrecían voluntarios
para luchar con las fieras, que tenían a gala el participar sin recibir soldada, incluso algún
emperador para demostrar en público su valor no tuvo inconveniente en descender a
la arena y matar con su propia mano las fieras. El historiador Dión Casio cuenta que
Cómodo (180-193) mató en un solo día cinco hipopótamos, y en varios una jirafa, dos
elefantes y algunos rinocerontes.
Existían grupos o familias de bestiarios, que se adiestraban, como los gladiadores,
en escuelas especiales; una de estas escuelas fue creada por el emperador Domiciano a
finales del s. I. Generalmente este espectáculo se celebraba en el anfiteatro; en el de
Mérida se conservan todavía las habitaciones de las fieras con unas ventanucas para
alimentarlas. Las primeras fieras que se vieron en Roma procedían de África, donde
Cartago, la gran metrópoli mercantil, había sido arrasada en el año 146 a. C. El historiador
contemporáneo de Augusto, Tito Livio, recoge la noticia de que en un espectáculo
de fieras celebrado en Roma en el año 169 a. C. y organizado por los ediles P.
Léntulo y Escipión Násica, se exhibieron 63 fieras africanas (panteras, leopardos y hienas, 40 osos y elefantes). Por estas fechas, se presentaban a veces sólo animales inofensivos,
pues en los juegos organizados para festejar a la diosa Flora sólo participaron esta
clase de animales. El comediógrafo Plauto vio en su tiempo avestruces. Además de estas
fieras importadas, se sacaban a la arena animales traídos de distintas regiones de
Italia, de los montes Apeninos, de Lucania y Apulia, como osos, jabalíes, corzos, ciervos
y liebres.
Los acosos de fieras cobraron cada vez más importancia ya a finales de la
República Romana y se vieron en Roma animales nunca antes vistos. En el año 58 a. C.
en las fiestas organizadas por Escauro se exhibieron un cocodrilo y un hipopótamo.
Pompeyo, con ocasión de los espectáculos venatorios, celebrados con motivo de la
consagración de su teatro, presentó al público un rinoceronte, unos monos africanos
desconocidos y un lince de la Galia (Francia). En las cacerías preparadas por César en el
año 74 a. C. el pueblo romano vio por vez primera una jirafa y en el año 11 a. C. un tigre.
Asombra la variedad de fieras que participaban en estas dos exhibiciones o luchas,
pero lo que más llama la atención es la abundancia de animales de una sola especie que
se presentaban al público, que indica un gran comercio de fieras perfectamente organizado
y muy rentable desde los países de origen hasta el anfiteatro de Roma. El cazador
era propietario de los animales cazados por él, fuese en terrenos propios o ajenos. Sin
embargo, las cacerías de elefantes sólo se podían organizar con autorización del emperador.
La posesión de esta fiera era un privilegio exclusivo del emperador. Los emperadores
también se reservaron el privilegio de cazar leones o de autorizar su captura. El
transporte de las fieras se hacía generalmente por mar. Está bien representado en algunos
de los soberbios mosaicos de Piazza Armerina, Sicilia (300-360). Los convoyes tardaban
varios meses en llegar y frecuentemente perecían las fieras en el viaje. Del edicto,
dado por los emperadores Honorio y Teodosio, del año 417, se desprende que los municipios
por donde pasasen tenían la obligación de alimentar las fieras, lo que motivaba
abusos sin cuento. En Hierápolis, capital de la provincia romana del río Éufrates, una
vez se detuvo un convoy 3 o 4 meses en vez de una semana; por este motivo los citados
emperadores legislaron que no se podían detener más de 7 días en la misma ciudad.
En los citados juegos pagados por Pompeyo intervinieron 18 o 20 elefantes, 500 o
600 leones y 410 fieras africanas de otras especies; y en los de César 400 leones y 40
elefantes. Los datos que conservamos de época imperial indican que las luchas de fieras
gozaron cada vez de más aceptación y de que los emperadores para congraciarse con el
pueblo de Roma y apartar su atención de los problemas acuciantes de la vida ordinaria
no escatimaban dinero en gastos. Augusto dio en su vida 26 juegos organizados por él, y
se sacrificaron 3.500 fieras de África, que era la principal abastecedora de los animales
salvajes. El emperador Tito, en el año 80, montó unas fiestas que duraban 100 días para
celebrar la consagración del anfiteatro Flavio, que tenía cabida para 40.000 o 45.000
espectadores; en un solo día se presentaron 5.000 fieras y durante estas fiestas se mataron
9.000 animales. Trajano, en el año 107, celebró el triunfo sobre Dacia, la actual
Rumania, con unas fiestas que duraron 4 meses, en las que intervinieron 11.000 fieras
que lucharon contra 10.000 hombres.
Roma llevó a las provincias el gusto por este espectáculo. El gaditano Columela, a
comienzos del Imperio, alude a fieras africanas traídas a la Bética, la actual Andalucía,
para que participasen en los juegos del anfiteatro. Los zoos de Roma estaban llenos
siempre de fieras, que en cualquier momento podían intervenir en los anfiteatros. Nerón
(54-68), en el gran palacio llamado la Domus Aurea, que construyó en Roma, al decir
del historiador Suetonio, tenía "bosques con una multitud abigarrada de animales domésticos
y salvajes de todas clases". En tiempo de Gordiano III, hacia el año 235, había
en Roma, según la Historia Augusta, obra de finales del s. IV, 32 elefantes, 10 alces, 10
tigres, 60 leones domesticados, 30 leopardos domesticados, 10 hienas, 6 hipopótamos, 1
rinoceronte, 10 leones salvajes, 10 jirafas, 20 onagros, 40 caballos salvajes e innumerables
y divertidísimos animales, fieras todas, que fueron presentadas en la arena con ocasión
de celebrar Filipo el Árabe el milenario de la fundación de Roma, celebrado en el
año 248. Para el mantenimiento de todas estas fieras se necesitaba un numeroso personal
administrativo y la inversión de cuantiosas sumas de dinero. Calígula (37-41), en
una época en que la carne había alcanzado un precio alto, alimentaba a las fieras con
carne humana de criminales. Aureliano regaló las fieras que participaron en su triunfo,
para no gravar el fisco, lo que indica que de los fondos públicos se sostenían los animales
y que su mantenimiento era costoso. Un procurador administraba los fondos especiales
destinados al sostenimiento de los elefantes.
En los anfiteatros no sólo se exhibían fieras, luchaban éstas unas contra otras o
contra hombres, sino que también se simulaban auténticas cacerías; la mejor conocida
está descrita en la citada Historia Augusta, con ocasión de las fiestas organizadas por el
emperador Probo; dice así: "El espectáculo se dispuso como sigue: grandes árboles,
arrancados con sus raíces por los soldados, se colocaban sobre una plataforma de madera
de gran extensión que se había recubierto de tierra. De esta manera, todo el circo,
plantado de modo semejante a un bosque, pareció florecer con la frescura de las hojas
verdes. En seguida soltaron por todos los caminos mil avestruces, mil ciervos, mil jabalíes,
mil gamos, mil gamuzas, mil cabritillos salvajes y otros animales herbívoros en
tanta cantidad cuanto les fue dado alimentar y encontrar. Hecho esto, dejaron penetrar
en el bosque a la plebe y cada uno se apoderó de lo que quiso. Otro día, Probo hizo soltar
de una vez en el anfiteatro a cien leones de largas crines. El fragor de sus rugidos parecía
el tronar de la tormenta. Se les dio muerte por la espalda a todos estos leones y, mientras
morían, no dieron el buen espectáculo que se esperaba de ellos, ya que no tenían ese ímpetu
que tienen cuando salen de sus jaulas. A muchos de ellos, que no querían avanzar, se
les mató con flechas. Salieron también cien leopardos de Libia, cien leopardos sirios, cien
leonas juntamente con cien osos. Parece ser que el espectáculo de todas aquellas fieras fue
más imponente que agradable." Otras fiestas eran más complicadas aún. El poeta Calpurnio
describe una fiesta dada por Nerón, en la que el suelo se abrió y de los abismos salió
un bosque maravilloso con árboles resplandecientes por el oro y surtidores olorosos, poblado
de fieras de lejanos países. En los juegos que organizó Septimio Severo, en el año
202, la palestra se transformó en pocos momentos en un barco gigantesco, que inmediatamente
se desencuadernó, quedando sobre la arena 700 fieras, leones, panteras, osos,
bisontes y avestruces, que fueron sacrificados en los 7 días que duró la fiesta.
A los condenados a las fieras frecuentemente se les ataba a un carro, que se llevaba
a donde los animales se encontraban; otras veces se les obligaba a ir a su encuentro azotándolos
por las espaldas, según se ve en el mosaico de Zliten. También se les colgaba de
un madero, como a Blandina, cristiana, que en Lyon, en el año 177, fue condenada a las
fieras, o se les ataba a un puente o tablado, como a Saturo, mártir cristiano africano del
año 203. Las actas de los mártires —los cristianos fueron frecuentemente condenados a
las fieras— nos informan de algunas particularidades, como de que los condenados eran
flagelados antes, como se hizo con la citada Blandina o con los mártires de Tiro, en
época de Diocleciano a principios del s. IV, y de que cuando se les echaba a toros bravos,
iban envueltos en redes, como Perpetua y Felicitas, compañeras de Saturo.
La actitud de los intelectuales fue ambigua ante estas degollinas de hombres y fieras
organizadas para divertir al populacho. Varrón, a finales de la República, escribió la
siguiente frase condenatoria de tales juegos: "¿No sois unos bárbaros, los que echáis los
criminales a las fieras?" Cicerón, el gran orador, contemporáneo del escritor anterior,
también fue contrario a este espectáculo: "¿Qué placer puede representar para una persona
culta ver como un hombre débil es despedazado por una fiera fuerte y gigantesca o
como un hermosísimo animal es atravesado por una jabalina?" Séneca manifestó repetidas
veces su repulsa ante estas matanzas. El cristianismo se opuso a ellas por boca de
algunos de sus mejores representantes, como san Juan Crisóstomo en el s. IV y Salviano
de Marsella, en el siglo siguiente; en cambio, los poetas Marcial y Estacio, en tiempo de
Domiciano, alaban estos espectáculos.
Las cacerías de fieras en los anfiteatros sirvieron también a la medicina. Galeno escribe
que muchos médicos presenciaron la autopsia de un elefante gigantesco y del
cuerpo de estos animales sacrificados se obtenían medicinas. También sirvieron a los
artistas para copiar fieras del natural. El famoso escultor Pasiteles, de finales de la República,
estuvo a punto de ser despedazado por una pantera escapada de una jaula,
mientras modelaba un león.
En los anfiteatros romanos presenciaban los espectadores otros tipos de
diversiones, como las pantomimas y las naumaquias, éstas últimas no siempre celebradas
en ellos. En las pantomimas los actores eran generalmente criminales,
condenados a muerte, entrenados para estos tipos de espectáculos. Los actores solían
salir a la arena vestidos con túnicas bordadas en oro, con mantos de púrpura y coronados
con coronas doradas. De pronto, los vestidos se inflamaban y los delincuentes
morían abrasados. El populacho romano había bautizado a semejantes mortíferos vestidos
con el nombre de "túnica molesta". Otras veces, como a los cristianos, a quienes
Nerón en el año 64 echó la culpa del incendio de Roma, se les embadurnaba de resina y
de pez y ardiendo se convertían en auténticas antorchas humanas, que iluminaban la
noche; a otros condenados, vestidos de pieles, se les arrojaba a los perros para que
los descuartizasen. Los escritores de época imperial han conservado datos sobre estas
pantomimas que a nosotros se nos antojan espeluznantes, pero que hacían las delicias de
los espectadores de los circos. Muchas veces las pantomimas ponían en escenas hechos
famosos de la Historia Romana o mitos. Nuestro poeta Marcial, que también pintó los espectáculos
de la capital del Imperio, vio a un criminal disfrazado de Mucio Escévola, con
una mano colocada sobre el fuego, hasta que éste se la abrasó toda. Se representó también
en el anfiteatro la crucifixión del bandolero Laureolo, que fue desgarrado por las fieras. El
poeta bilbilitano describe con un realismo impresionante el suplicio: la carne le caía a
pedazos. En otra pantomima un condenado representaba a Orfeo, el héroe mitológico,
que con su música amansaba a las fieras. Aparecía en un paraje campestre, rodeado de
toda clase de fieras, de pronto le dejaron caer, y fue despedazado por un oso. Tertuliano,
que como todos los cristianos, fue muy contrario a este tipo de espectáculos sangrantes,
en época de la Dinastía Severiana (193-235), alude a diversos mitos puestos en escena,
como la castración de Atis; otro condenado llevaba los atributos de Hércules, y como el
semidiós en el Eta, fue abrasado vivo. El apologista cristiano escribe que había gente
que se prestaba voluntariamente a recorrer cierta distancia con los vestidos ardiendo.
No todas las pantomimas acababan trágicamente. También se representaban mitos
obscenos y alegres, como el rapto de Europa por el toro.
A veces la arena se inundaba de agua y se convertía en un lago, donde se celebraban
combates navales. Conocemos una serie de naumaquías gracias a los historiadores
Tácito y Suetonio. La más antigua conocida data del año 46 a. C. La organizó Julio César
con motivo de los juegos triunfales que celebraron ese año su triunfo sobre los enemigos.
El dictador mandó hacer en el Campo de Marte un gran lago artificial, donde se
enfrentaron una flota tiria y otra egipcia. Participaron 1.000 soldados y 2.000 remeros
en cada flota; los barcos eran de dos, tres y cuatro remos. En el año 2 el emperador Augusto,
para festejar la consagración del templo de Marte Ultor, organizó una gran naumaquía
celebrada en un lago artificial; este lago medía 533 metros de largo y 357 de
ancho. Combatieron 30 naves grandes de los atenienses y de los persas, mas un número
mayor de pequeños barcos. El número de participantes fue de 3.000 combatientes, sin
contar los remeros.
El emperador Claudio en el año 52 organizó un gran simulacro de combate naval,
para celebrar la terminación de las obras que unían el lago Fucino, mediante un canal,
con el río Liris. En el combate celebrado en el lago participaron 19.000 combatientes,
repartidos en dos flotas, siciliana y rodia. Las orillas del lago, al decir de Tácito, estaban
llenas de balsas para impedir que el numeroso público, que se apiñaba en las orillas, se
cayera al agua. Las balsas estaban ocupadas por destacamentos de los cohortes pretorias,
que eran la guardia personal del emperador. El propio emperador Claudio, acompañado
de la emperatriz Agripina, presidió el espectáculo.
Nerón en el año 57 o 58 convirtió la arena del anfiteatro levantado por él en el
Campo de Marte en un gigantesco lago, donde se exhibieron toda clase de peces y
monstruos marinos, y se reprodujo un encuentro naval entre persas y griegos, que recordaba
los de las Guerras Médicas. Después se vació el lago y sobre la arena lucharon los
gladiadores y se simuló un combate terrestre. En el año 64 el mismo emperador en el
mismo lugar organizó por segunda vez una naumaquía, seguida, como la primera, de un
combate de gladiadores y después vino un fastuoso festín organizado por Tigelino.
El emperador Tito organizó en el año 80 unas fiestas que duraron 100 días y no podían
faltar en ellas los espectáculos acuáticos. En el primer día sobre una tarima de madera
que cubría el lago organizó unos combates de gladiadores y un acoso de fieras, el
segundo día una carrera de carros y el tercero un simulacro de batalla naval entre atenienses
y siracusanos, que recordaban los tenidos con ocasión del ataque de Atenas a
Siracusa, durante la Guerra del Peloponeso, 415-413 a.C.
El emperador Domiciano intentó eclipsar las fiestas acuáticas organizadas por su hermano,
hizo construir un nuevo y grandioso lago artificial y organizó un gigantesco combate
naval. Durante esta representación cayó una gran tormenta sobre los espectadores,
pero no se les permitió abandonar sus puestos, lo que motivó que muchos enfermasen.
La Historia Augusta, obra de finales del s. IV, da noticia de otra naumaquía, celebrada
por el emperador Filipo el Árabe, con ocasión de festejar el milenario de la fundación
de Roma. No se conocen detalles.
Los emperadores romanos fueron muy pródigos en organizar toda esta clase de espectáculos
para distraer al populacho de Roma. Dión Casio ya cayó en la cuenta de que
el pueblo se entretenía con ellos y no pensaba en política, ni en los verdaderos problemas
de la vida.